Educación profesional para la vida
Casas familiares ofrecen cursos que integran los niveles medio y técnico. En 2012, cerca de 300 personas serán beneficiadas
4 de febrero de 2012
Casas familiares ofrecen cursos que integran los niveles medio y técnico. En 2012, cerca de 300 personas serán beneficiadas
4 de febrero de 2012
Cuando un joven del Bajo Sur de Bahía ingresa en una de las tres casas familiares de la región, que cuentan con el apoyo de la Fundação Odebrecht, advierte una oportunidad de desarrollo en el campo, junto a la familia. La capacitación profesional, en esas unidades de enseñanza, se destina a la realidad de esos alumnos e integra los niveles medio y técnico. Cientos de nuevos empresarios reescriben sus historias.
En 2012, cerca de 300 personas serán beneficiadas. Desde el 2009, Márcia da Silva, alumna de la Casa Familiar Rural de Presidente Tancredo Neves (CFR-PTN) es un ejemplo. La joven, que concluirá el curso en junio de este año, afirma que su vida ha cambiado: “Empecé a creer que podría ser capaz de desarrollar mis habilidades en la agricultura. Uniendo capacitaciones personales y productivas, trato de ser dueña de mi propio negocio, ayudar a mi familia y ser líder de mi comunidad”.
La capacitación ofrecida por las casas familiares utiliza una metodología diferente. Se llama Pedagogía de la Alternancia, y los jóvenes pasan una semana internados, con clases en sala y en el campo, y dos semanas en sus propiedades, empleando los nuevos conocimientos. Todo el trabajo se desarrolla bajo la orientación de instructores especializados. Durante tres años los participantes aprenden administración rural, cooperativismo, manejo de tierra, irrigación, drenajes, además de los más diversos cultivos.
“Con el conocimiento adquirido en la Casa Familiar Rural de Igrapiúna [CFR-I], he logrado resultados y me siento preparada para desarrollar mi proyecto de horticultura en el 2012. Mi deseo con esa y otras iniciativas es mejorar la renta familiar y ser un ejemplo”, asegura Jossilma Brito, alumna de la CFR-I.
Para Andressa Dirlane, recién llegada a la Casa Familiar Agroforestal (Cfaf), en Nilo Peçanha, es una gran expectativa. “El camino que empezamos a trillar promoverá en nuestras vidas una transformación humana y profesional. Me di cuenta ya en la primera clase”, dice.
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