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Edición 156 – Acérquese

Bajo Sur de Bahía, región donde viven 285 mil personas, reúne paisajes exuberantes y un gran potencial económico, turístico y cultural

1 de octubre de 2011

Bajo Sur de Bahía, región donde viven 285 mil personas, reúne paisajes exuberantes y un gran potencial económico, turístico y cultural

texto: Carlene Fontoura
fotos: Beg Figueiredo

Un lugar tranquilo, con atmósfera familiar. Niños que cargan en la mirada libertad y sueños. Casas de arquitectura sencilla, pero atractiva. Ese es el escenario en la comunidad quilombola (poblaciones afro descendientes) de Boitaraca, localizada en el municipio de Nilo Peçanha (BA). Los pobladores de esa tierra libre tienen motivos de sobra para no abandonarla. “Mis antepasados construyeron este lugar y nunca me quise ir de acá”, afirma la matriarca Celina Neves Assunção, 74 años, que se llena de alegría cuando recuerda su infancia en la comunidad.

A cerca de 80 Kilómetros, se encuentra una pequeña ciudad tranquila y bordeada de hermosos árboles. En Ibirapitanga, Bahía, palabra que significa “Pau Brasil” en tupi-guaraní -, los pobladores se llenan de orgullo por el progreso en las calles, laderas y plazas. “Nuestra ciudad era una aldea con muchas deficiencias. En época de lluvias, se amontonaba el barro en las calles. Actualmente, la situación está mucho mejor”, relata Altamirando Santos, 92 años, que ostenta con orgullo el honor de haber sido el segundo alcalde del municipio.

Doña Celina y el Sr. Altamirando son los vecinos más antiguos de sus comunidades y tienen muchas historias para contar sobre Nilo Peçanha e Ibirapitanga. Ambas forman parte de una misma Área de Protección Ambiental (APA) – de Pratigí – y con otras nueve ciudades (Valença, Camamú, Ituberá, Presidente Tancredo Neves, Maraú, Taperoá, Cairú, Igrapiúna y Piraí do Norte) integran el Bajo Sur de Bahía. Ubicada en el este de Bahía, la región abriga cerca de 285 mil personas, según el Censo Demográfico de 2010, del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

Con un suelo rico y fértil, en que se cultiva mandioca, cacao, aceite de palma, caucho, palmito, pupuña, guaraná y pimiento, el Bajo Sur atrae por su paisaje y por su gran potencial económico, turístico y cultural. La región también está constituida por un mosaico de APAs que, además de Pratigí, incluye Guaibim, Caminos Ecológicos de Boa Esperança, Tinharé-Boipeba y Bahía de Camamú.

Una de las primeras tierras a ser pobladas en Brasil, el Bajo Sur tiene un valor singular en la Historia del país. En el período colonial, asumió el desafío de proveer géneros alimenticios a la recién fundada Salvador. Durante el proceso de independencia del estado, la Fortaleza del Morro de São Paulo jugó un papel fundamental como uno de los puntos estratégicos en la defensa de Bahía. “Debido a su arquitectura la fortaleza logró evitar por muchos años ataques extranjeros contra la capital. Es uno de los fuertes más grandes de Brasil”, subraya Francisco Santana, arquitecto del Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan).

Tiempos de recuperación
En el siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial, la desorganización agrícola, industrial y el estancamiento se instalaron en la región. La revitalización tuvo lugar con el incremento del turismo, a partir de 1980. Algunos lugares se tornaron conocidos en ámbito nacional e internacional, como las islas de Tinharé y Boipeba, en Cairú, la catarata de Pancarta Grande, en Ituberá y Barra Grande, en la Península de Maraú.

En 1999, la región se convirtió en escenario de diversas iniciativas fomentadas por la Fundación Odebrecht, que pasó a actuar en áreas con bajos índices de Desarrollo Humano (IDH). Al principio, el trabajo de la Fundación se destinaba a capacitar jóvenes, pero luego se constató que eso no podría ocurrir de manera aislada, y era necesario integrar a las familias. Por medio del Programa de Desarrollo Integrado y Sostenido del Mosaico de Áreas de Protección Ambiental del Bajo Sur de Bahía (PDIS), la institución pasó a incentivar actividades educacionales vinculadas a la generación de trabajo y renta. Apoyando organizaciones de la sociedad civil de interés público (Oscips) y cooperativas, el PDIS se está consolidando como un multiplicador de actividades de carácter social, económico, humano y ambiental.

“La actuación, por más noble que sea, solo es posible si se realiza de forma sinérgica”, dice Mauricio Medeiros, Presidente Ejecutivo de la Fundación Odebrecht. Por eso, el PDIS cuenta con socios en las instancias gubernamentales –Federal, Estadual y municipales- y de la iniciativa privada.

“El desafío es ofrecer oportunidades a las personas, fuerza propulsora y creativa de la región”, refuerza Medeiros.

Memoria y tradición
Personas como Doña Celina son beneficiadas, también, por los proyectos que cuentan con el apoyo de la Fundación Odebrecht. “A fin de año, hacemos el Baile de los Ancianos. Los jóvenes se visten como sus abuelos y abuelas y salen por la calle en bloque, cantando y bailando”, explica. Ese baile, además de una diversión, refleja las experiencias cotidianas, en que los participantes recuerdan la trayectoria de las antiguas señoras de la comunidad, con su famoso samba de roda. Emocionada, Doña Celina recuerda y canta la canción: “no tempo de minha avó / mulé gostava de um só / usava tranza e cocó / e não havia xodó”. En la actualidad, los más jóvenes son los que participan en el baile. Entre ellos, Camila Neves Assunção, 22 años, nieta de Doña Celina.

“Nuestro deber es valorar la herencia dejada por nuestros antepasados”, argumenta la ex alumna de la Casa Familiar Agroforestal, una de las Oscips que la Fundación Odebrecht apoya.

Además del baile de los anciones, otras manifestaciones culturales se destacan como el bumba-meu-boi, zambiapunga, los congos, las barquitas y la llegada de los moros (danzas tradicionales con acompañamiento instrumental de origen ibérico). Y aún, la conmemoración religiosa de Terno de Reis. Antonia Francelina de Jesus Filha, 70 años, más conocida como Doña Nininha, conoce bien la cultura local. Vecina de Cairú, tiene la titulación de Maestra del Saber, por haber rescatado muchas tradiciones de la región. Hace años, cose disfraces, y creó el primer grupo de niños de la ciudad, Os Conguinhos.

“Reuní a los niños que deambulaban por las calles, muchas veces con poca ropa y hasta descalzos, para participar de los eventos. Promoví una campaña para donaciones de retazos, material que utilicé para fabricar las alegorías. El 2 de julio del 2008, Día de la Independencia de Bahía, hicimos nuestra primera presentación. ¡Fue un éxito!”, añade con alegría.

Agroecoturismo
Cada día aumenta el número de personas que buscan no sólo disfrutar las bellezas naturales, sino experimentar las costumbres y la manera de vivir de la población local – al elegir un lugar para conocer. La Fundación Odebrecht, por medio del PDIS, estimula en el Bajo Sur el Agroecoturismo, un modelo de turismo agrícola, ecológico y sostenible.

“Contribuimos para la generación de trabajo, renta e inclusión social, y hacia la valoración de la cultura local”, dice Liliana Leite, Directora Ejecutiva del Instituto de Desarrollo Sostenible del Bajo Sur de Bahía (Ides), Oscip que promueve el turismo sostenido en la región. Conocer la artesanía fabricada con fibra de paja es una de las actividades que se insertan en el itinerario agroecoturístico del Bajo Sur, que contempla prioritariamente las comunidades quilombolas. “¡Las mujeres fabrican prendas hermosas!”, exclama Doña Celina. Ella comenta que trata de fortalecer con otros pobladores de la región la economía local. “Queremos autonomía en nuestro trabajo”, afirma.

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