Familia unida, trabajo garantizado
Jóvenes alumnos de Casas Familiares Rurales cuentan con el apoyo de sus familias para administrar sus trabajos
15 de agosto de 2013
Jóvenes alumnos de Casas Familiares Rurales cuentan con el apoyo de sus familias para administrar sus trabajos
15 de agosto de 2013
Para que los hijos puedan definir sus trayectorias de vida, es importante que los padres sean concientes de las decisiones que pretenden tomar a efectos de orientarlos sobre el mejor camino a seguir. Esta es la realidad de los hermanos Alberto y Thiago dos Santos, 19 y 16 años, respectivamente, moradores de la Barriada Karin, en la zona rural de Ituberá, región del Bajo Sur de Bahía. Los jóvenes, alumnos del 2° año de la Casa Familiar Rural de Igrapiúna (CFR-I), cuentan con el apoyo de sus padres para administrar sus trabajos en el campo y ya realizaron cultivos propios en 1,5 hectáreas de tierra, en la propiedad de la familia.
“Comencé una plantación diversificada con cultivos de caucho, cacao y banana, conocida como SAF – Sistema Agroforestal. En ocho meses, voy a cosechar los cachos de banana y garantizar el ingreso para reinvertir en mi negocio”, revela Alberto. Su hermano Thiago desarrolló un vivero de mudas de palmito de pupuña, prontas para plantarse: “Pese a que pocos agricultores cultiven la pupuña en esta comunidad, sé que se trata de un cultivo diferenciado, porque ha transformado la vida de mucha gente de la región”.
La opción de Thiago también está pautada por sus planes para el futuro, ya que se asociará a la Cooperativa de Productores de Palmito del Bajo Sur de Bahía (Coopalm). “Como cooperativista, tengo garantizada la salida de mi producción y un mejor precio en su comercialización. Además, pretendo incentivar a mis amigos y vecinos a que también se integren a Coopalm”, completa. La madre, Marilene dos Santos, 46 años, destaca la disciplina de los hijos. “El estudio en la CFR-I ayuda mucho. Ni es necesario llamarlos para que hagan sus tareas. Cuando voy a decirles, ya están allá en el campo, arando la tierra, plantando mudas”, relata sonriendo. Los jóvenes también contaron con el Programa Tributo al Futuro, que apoya los proyectos educativo-productivos desarrollados por alumnos de Casas Familiares.
Una dupla que hace fuerza
Otros dos hermanos presentan experiencias similares a las de Alberto y Thiago. Los jóvenes Darlan, 18 años, y Erivan Conceição, 19 años, moradores de la Barriada Limoeiro, en Igrapiúna, también estudian en la CFR-I y ayudan a sus padres con los cultivos de mandioca y guaraná. Comenzaron juntos, con el apoyo del Tributo al Futuro, prepararon 1,5 hectáreas para el plantío diversificado – cacao, caucho y banana.
“Me gusta mucho trabajar en agricultura. Si sabemos administrar bien las actividades, no hay razones para irse del campo”, enfatiza Darlan. El joven relata además que, a pesar de que ya conoce el trabajo agrícola, la vivencia en la CFR-I contribuye directamente para perfeccionar sus conocimientos. “No sabía cuál era el abono correcto y eso dificultaba el crecimiento de las plantaciones. Fue en la CFR-I que aprendí a tratar mejor a mis cultivos e incluso los que mis padres tenían en su propiedad”. Erivan complementa: “Quiero demostrar a mi comunidad que es posible vivir en la zona rural y tener ingreso. Esto comienza en casa, orientando a nuestros padres sobre la mejor manera de hacerlo. Si se trabaja de forma adecuada, el resultado llega enseguida”.
Coopalm y CFR-I son algunas de las instituciones que forman parte del Programa de Desarrollo y Crecimiento Integrado con Sostenibilidad del Mosaico de Áreas de Protección Ambiental del Bajo Sur de Bahía (PDCIS), iniciativa fomentada por la Fundación Odebrecht y socios públicos y privados.
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